pánico a la burocracia

Para los que se quedan, la muerte es sobre todo pena, pero también incertidumbre frente a la burocracia. No solo a la que administra la muerte, a la que administra la vida también. Uno puede pasar la vida en la sombra de la sociedad por el terror que le da enfrentarse con la burocracia. La pobreza y el miedo son dos elementos muy complementarios y en el trato con la administración es donde mejor se complementan. La pobreza económica y cultural engendra un monstruo difuso de ventanillas y complicaciones escritas en papel oficial que es muy difícil de manejar. Los pobres hemos tenido siempre miedo a que nos falte un papel. Entendemos los papeles como objetos equivalentes en su complejidad y los tratamos a todos con la misma cobardía. Les damos una unidad ontológica, los metemos todos en la misma categoría de cosas peligrosas y los guardamos en el fondo del cajón esperando que no informen de nada importante. Sentimos que no estamos a su altura. Enfrentarse a los papeles, ganarles la partida, atreverse a leerlos, abrir sin miedo la carpeta, respirar hondo y lanzarse definitivamente a ordenar el caos. Eso.