La máxima Berasategi I (de III)

Martín Berasategi, en una entrevista en la radio cuenta su vida juvenil en San Sebastián, su relación con la familia Gabilondo, la importancia de la figura de su padre, su estancia en diferentes internados. El Martín actual se recuerda a sí mismo ayudando en las faenas del negocio familiar y deseoso, niño Martín, de ser cocinero. Pasa por varios internados y cuenta cómo se sacaba su dinerillo vendiendo cosas a los compañeros de aislamiento en un lugar en el que no había nada. Martín se califica a sí mismo como un chaval inquieto, como un chaval que sabía cómo iba eso de hacer negocios. Vendía revistas porno, tabaco y lo que hiciera falta. 

Las biografías de hombres exitosos contadas hacia atrás siempre cobran sentido, siempre se cierran en una narración autorreferente. Amortiguan los baches y transforman las circunstancias que vivió el protagonista (por empeño, suerte, casualidad u obligación) en pasos obligados para la consecución del predestinado objetivo. Si el éxito acompaña, todo habrá tenido un sentido y se podrá leer en un registro semántico que hasta entonces permanecía oculto: la soledad como endurecimiento. La humillación como camino de aprendizaje. La obligación ineludible como elección voluntaria. La usura como visión de negocio. Y así todo.